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lunes, 12 de marzo de 2012

El valor de las palabras

-Las palabras son un gran instrumento para poder adquirir conocimientos en las distintas ciencias que el ensayo humano ha creado.
-Sí y algo más.
-Claro también sirven para otros usos, como expresar las ideas que cada uno tiene, pero lo otro es más importante, ¿No te parece?
- Puede serlo y no, depende de la importancia que le des al uso. A ver si con este ejemplo te convezco.

                                                                    Admira lo escrito,

                                                                   Imagínalo todo

                                                                   Siente como si lo

                                                                   Estuvieras viviendo.

                                                                   Oye atento lo que

                                                                   Palabras han creado.

Y ahora con un poco de imagen:

Admira lo escrito

Imagínalo todo


Siente como si lo


Estuvieras viviendo.


   Oye atento lo que


   Palabras han creado
































También ví reflejo de esto que te he dicho en un trozo de pelicula, aquí te lo dejo:

jueves, 8 de marzo de 2012

Las historietas del viejo que aparece en sueños


-Vengan y escuchen las nuevas del ingenioso hidalgo D. Antón Meisozo y de cómo vivió seis meses en la ladera del vergel, en el monte del reino de Atlair .-
Aquel viejo siempre contaba historias maravillosas, increíbles e inigualables. Así que todos los jóvenes que su voz escucharon rápidamente se acercaron a su pronunciada sombra que a media tarde refrescaba.
-“ El hombre de pantalón corto, negociante donde los haya, llegó a la ladera tras haber batallado con las tropas del sur, bierzanas, que estaban representadas por el caballero oscuro, maese Voto, que astuto y delicado en combate, grandes éxitos, siglos atrás había conseguido. También acompañaba a tan grandioso capitán Meisozo el representante de las tropas ferrolenses del norte, Pit. Decían los soldados, que a su mando seguían, que tenía ascendencia espartana. “
Tras haber anunciado el anciano la introducción de su historieta un joven muchacho le preguntó: -¿Qué acaeció en el vergel susodicho a tales importantes capitanes de tropeles infinitos?
-Tu juventud te apresura, pero los hechos son tan llamativos que merecen que nos pronunciemos con inmediatez sobre ellos. Ahora quiero que todos estéis calladitos… “ Fue una noche tras llevar cerca de cuarenta días en el vergel- volvía a relatar el viejo contador de historias-que el importante capitán Meisozo, preciado por todos, mientras soñaba escuchó la voz de un unicornio en medio de un monte cercano al vergel, que en la mañana había estado recorriendo. El unicornio hacia un ruido “sal…” pero no llegaba a entenderlo, entonces el capitán empezó a agobiarse y a respirar fuertemente… volviendo a escuchar el “salvad…” que el fantasioso animal pronunciaba cuando se despertó.
Alertado y oyendo gritos que sólo él podía escuchar llegó al monte donde vio que uno de los soldados del escuadrón del sur entre las rocas colgado estaba y gritaba “ Soy Muiños y convocó desde Boiro hasta el universo a todos. Salvad a los soldados del ejército del Chavo, los liderados y apoyados desde más allá de las tinieblas por las fuerzas astranas”.
Una vez consiguió ascender entre las rocas y acomodarse entre alguna de ellas, el capitán preguntó qué prefería si la muerte por su arquero o el tirarse, desde lo alto del monte, al suelo. Si optaba por tirarse desde la montaña, y no moría, por la honra de haber sobrevivido liberaría a todo el ejercito chavista.
Fue entonces cuando unas risas muy fuertes fueron escuchadas. Ambos asustados se limitaron a contemplar la figura que desde el monte bajaba. Era una joven india que junto a su arco llegó hasta la posición del bueno de Muiños. Apuntó al capitán y dijo- soy Quelrra, india guerrera, la mejor lanzadora de flechas jamás conocida. Si no acepta lo que le solicita el muchacho, no tendré más remedio que lanzar mi flecha al sitio de su cuerpo que usted elija.
El capitán, exasperado y bajo el olor de la tensión, trató de tirarse y esconderse bajo una piedra. La india dejo que lo hiciera sin disparar. Tras la roca dormía el rey del viento que había escuchado todo lo acaecido y no evitó pronunciarse:
- queridos disputantes, yo soy el rey del viento, mi nombre es Cories, y si tal y como he podido comprobar continuáis en vuestra disputa no tendré más remedio que poner en marcha tal ventisca que partiría todas las flechas posibles y llevaría a la muerte a cualquiera capitán de batallón que la historia haya concebido o concebirá.
-Jamás el viento podrá contra el más grande capitán que la historia ha concebido.
- Cállese, no ve que es muy poderoso y puede llevarnos al peor de los destinos.
- Ya me habéis cansado, comenzaré a invocar a todos los vientos para que se unan- y comenzó a decir- Sotneiv sodot rinev, is sasu nu ojepse ol sárednetne….
Mientras pronunciaba su fórmula mágica una música comenzó a sonar. Era el sonido más agradable que todos los presentes habían oído. De repente, un tropel de músicos se presentó ante ellos. Cuando acabaron de interpretar su canción habló el que tocaba la flauta:
- Somos la compañía mágica del sonido astral. Mi nombre es Remo Unam y os hablo como jefe de la banda. Nuestra música será capaz de hipnotizaros y hacer que actuéis como animales….- Volvieron a cantar: “la ..la …la..la..son..son…son las siete y media y es la hora de levantarse,- con armonía e incansable voz me despierta la alarma. Un nuevo día se inicia en el reino de Rialta. Llevó ya un tiempo viviendo aquí y eso hace que haya conocido a muy buena gente, tanto que los introduzco en las fantasiosas noches que iluminan mi reponedor sueño. Seguro que hoy, al igual que cualquier otro día, mantendré unas risas con el grupo del tito More, charlaré con Antón sobre su chaqueta, me sorprenderé con las habilidades de Muiños, hablaré con los coruñeses sobre mi Betis, viviré un nuevo capítulo de Expósito, Pedro y locuras de primer año, la estupenda risa de Raquel,…