Hoy es un día para retomar el blog que parece muerto en la
práctica pero que está muy vivo en la memoria. Me alegra ver como muchos de los
andaluces desterrados están festejando este día y por ello, unido a mi espíritu
jovial he decidido buscar un poco sobre nuestras raíces y hacerme un regalo que
quiero compartir con vosotros.
Hoy es un buen día para presumir de mucho, de gastronomía,
de arte, del hecho de ser parte de un gran país como España,
pero especialmente podemos presumir de “gente”. Por ello, yo quiero hacer especial referencia a dos
ganadores del premio nobel de literatura que fueron y serán andaluces universalmente conocidos: Vicente
Aleixandre y Juan Ramón Jiménez. El primero, nació en Sevilla, en 1898,
concretamente en la puerta Jerez (antigua intendencia) en el actual palacio de
la Fundación Yanduri (por mis compañeros de clase conocido). Aunque pasó su
infancia en Málaga antes de mudarse a Madrid.
MÁLAGA
Colgada del imponente
monte, apenas
En tu vertical caída
a las ondas azules
Pareces reinar bajo
el cielo, sobre las aguas.
Vicente Aleixandre.
El segundo, Juan Ramón Jiménez, nacido en 1881 en Moguer
(Huelva) estuvo hasta 1900 (fecha en la que se muda a estudiar a Madrid) formándose
por diferentes zonas de nuestra Andalucia: Huelva, El puerto de Santa María o
Sevilla (donde inició la carrera de derecho en nuestra universidad forzado por
sus padres) son ciudades que marcaron, sin lugar a dudas, su adolescencia y
vida.
EL VIAJE DEFINITIVO
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostalgico.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostalgico.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan
Ramón Jiménez.
Feliz día de Andalucía desde la ciudad Francesa de Lyon